Estoy contenido.
Contenido, o he crecido, o he acallado las voces de aquí dentro.
Acallado suena a coherción.
No siento que haya sido así, aunque es verdad que así fue.
Y la coherción intenta que yo sea mejor.
Pero no soy mejor, nunca uno es mejor cuando se lo propone.
Las cosas salen o no.
Y me salió ser padre. De dos, uno vino un poco grande.
Como si lo hubiera parido yo en su preadolescencia.
Ah, si yo contara mis sueños...
Los que tuve, los que tenía, los que tengo.
También puedo contar los que tendré, pero eso no lo menciono.
Suelo entender que a nadie le importa nada de lo que diga.
Aunque eso habla de mí, creo.
La importanciez está en el centro de mi existencia.
A lo mejor a nadie le importaba nada de mí.
Y me lo creí, y crecí así, y seguí creciendo y creyendo.
Y uno se construye con los relatos de los demás.
Y uno es los relatos de los demás,
lo que los demás vuelcan en uno.
Aunque, por supuesto, no le concedamos importancia.
Porque hay que dejar el pasado, dicen,
y se organizan reuniones con sombras de aquel pasado remoto.
Sombras que se vuelven reales, creo.
No tengo demasiada conciencia de lo que es real,
porque lo estoy creando yo con cada mirada.
Y mi mirada dice que mi hijo es real.
Y mi sentimiento dice que mi hijo es importante.
Y que eso es la vida, como un dejarse ir en otro.
Leandro Montaña - 18/01/2010
Contenido, o he crecido, o he acallado las voces de aquí dentro.
Acallado suena a coherción.
No siento que haya sido así, aunque es verdad que así fue.
Y la coherción intenta que yo sea mejor.
Pero no soy mejor, nunca uno es mejor cuando se lo propone.
Las cosas salen o no.
Y me salió ser padre. De dos, uno vino un poco grande.
Como si lo hubiera parido yo en su preadolescencia.
Ah, si yo contara mis sueños...
Los que tuve, los que tenía, los que tengo.
También puedo contar los que tendré, pero eso no lo menciono.
Suelo entender que a nadie le importa nada de lo que diga.
Aunque eso habla de mí, creo.
La importanciez está en el centro de mi existencia.
A lo mejor a nadie le importaba nada de mí.
Y me lo creí, y crecí así, y seguí creciendo y creyendo.
Y uno se construye con los relatos de los demás.
Y uno es los relatos de los demás,
lo que los demás vuelcan en uno.
Aunque, por supuesto, no le concedamos importancia.
Porque hay que dejar el pasado, dicen,
y se organizan reuniones con sombras de aquel pasado remoto.
Sombras que se vuelven reales, creo.
No tengo demasiada conciencia de lo que es real,
porque lo estoy creando yo con cada mirada.
Y mi mirada dice que mi hijo es real.
Y mi sentimiento dice que mi hijo es importante.
Y que eso es la vida, como un dejarse ir en otro.
Leandro Montaña - 18/01/2010
Comentarios